De lunes a viernes, a las siete de la mañana y sin fallar un solo día, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador ha ofrecido una...
De lunes a viernes, a las siete de la mañana y sin fallar un solo día, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador ha ofrecido una conferencia de prensa con la que ha marcado la agenda política y mediática del país durante sus primeros 100 días de Gobierno.
Desde que asumió el poder el 1 de diciembre pasado, el mandatario ha ofrecido 67 ruedas de prensa desde Palacio Nacional, con duraciones que oscilan desde los 50 minutos hasta las dos horas.
En total, han sido unas 94 horas de ruedas de prensa, algo más de 5.000 minutos hablando. De mantener este ritmo, el presidente podría cerrar su mandato en octubre de 2024 tras haber ofrecido unas 1.400 conferencias, conocidas en México como “mañaneras”.
Si esta práctica ya es inusitada a nivel mundial, en México lo es todavía más, puesto que en este país los presidentes ofrecían tradicionalmente conferencias de prensa en muy contadas ocasiones.
El predecesor de López Obrador, Enrique Peña Nieto, prefería ofrecer mensajes televisados en lugar de enfrentarse a la prensa, algo que hizo pocas veces, como cuando informó sobre los fuertes terremotos que azotaron el país en septiembre de 2017.
Juan Manuel Ortega, experto en comunicación política del Tecnológico de Monterrey, opina que las “mañaneras” de López Obrador, que ya llevó a cabo cuando fue alcalde capitalino entre el 2000 y 2005, son “una estrategia muy fuerte y muy inteligente”.
“Todos los días, el presidente es capaz de definir los temas de la agenda, puede abrir algunos nuevos y cerrar los más incómodos para él”, explicó a Efe el académico.
Y es que todos los programas matinales de radio y de televisión emiten en directo estas conferencias de prensa o se hacen eco de las declaraciones del presidente, que suelen llegar hasta los programas informativos nocturnos.
Además, los temas que López Obrador pone encima de la mesa reciben a partir de las ocho de la mañana todo tipo de reacciones por parte de la oposición o de organizaciones sociales de tal modo que aumentan todavía más su alcance.
Todas las conferencias siguen la misma dinámica. El presidente comparece tras haberse reunido con su equipo más cercano, repasa las últimas decisiones que ha tomado y abre una larga ronda de preguntas con los periodistas.
Ortega, quien dirigió un importante portal de noticias, considera que el mandatario mexicano sale bien parado de estas conferencias de prensa porque tiene el control de decidir quién le pregunta y cuánto tiempo dura cada rueda de prensa.
López Obrador, que señala con el dedo al reportero al que le permite preguntar, niega la palabra a los informadores “más incómodos” y se aprovecha de la “debilidad de los medios”, pues muchos están afrontando recortes de recursos o de plantillas.
“El presidente se escabulle de las preguntas más incisivas y no pasa nada. Pocos son realmente críticos con el Gobierno”, sostiene Ortega.
Por ello, estas conferencias han recibido críticas por parte de quienes creen que una gran exposición del presidente en los medios no implica una verdadera rendición de cuentas si al fin y al cabo solo se dedica a lanzar su mensaje oficial.
Aunque no hay estudios que confirmen una relación entre las conferencias de prensa y la popularidad del presidente, las últimas encuestas exponen que la aprobación de López Obrador ha ido aumentando hasta situarse alrededor del 80 %.
Los mismos sondeos que señalan que los mexicanos respaldan ampliamente la gestión del Gobierno en la lucha contra el robo de combustibles, uno de los temas que más han monopolizado las conferencias de López Obrador.
No hay que menospreciar tampoco el alcance de las “benditas redes sociales”, como las llama el presidente, puesto que los vídeos de las conferencias de prensa en el canal oficial del Gobierno en YouTube alcanzan el medio millón de reproducciones.
Mientras el presidente estadounidense, Donald Trump, que desprecia los medios tradicionales, usa Twitter para comunicarse, López Obrador utiliza sus mañaneras “para brincarse a la prensa y hablar directamente con la gente”, sostuvo el experto.
Ortega advirtió que esta estrategia puede ser “tremendamente desgastante” para el presidente y “puede tener un desgaste emocional y físico para su equipo”, que cada día tiene que preparar una conferencia.
Sin embargo, Ortega duda que López Obrador vaya a cambiar esta estrategia mientras le reporte beneficios.
“López Obrador es un animal político impresionante. Puedes estar de acuerdo o no con él pero tiene olfato. Por eso habla despacio, lo calcula todo”, concluyó.
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