Faltan cuatro días para que venza el plazo de registro de aspirantes a las 881 posiciones de juzgadores en los comicios extraordinarios de...
Faltan cuatro días para que venza el plazo de registro de aspirantes a las 881 posiciones de juzgadores en los comicios extraordinarios de junio de 2025, pero el proceso está marcado por el desinterés de los abogados y la opacidad del gobierno.
No sé si lo ha notado, pero incluso representantes de la 4T han recurrido a llamados desesperados para incentivar la participación, especialmente entre los abogados. Por ejemplo, Ernestina Godoy instó casi en tono de súplica a las mujeres a inscribirse, y el Instituto de la Juventud, en un intento más 'creativo', recurrió a publicar convocatorias adornadas con imágenes de gatitos y conejitos vestidos de traje, buscando atraer a los jóvenes abogados al proceso.
El objetivo es claro: que abogados se inscriban cuanto antes para competir por estas plazas como jueces en México. Sin embargo, todo indica que la desidia y la falta de interés podrían tumbar esta reforma judicial, diseñada para transformar el Poder Judicial. Irónicamente, parece que los problemas que buscaba resolver esta reforma son los mismos que ahora la están hundiendo.
De acuerdo con mis notas, tal como quedó aprobada por Morena, la reforma establece que debería haber un máximo de 5,379 aspirantes, divididos equitativamente entre los tres poderes de la Federación. Esto equivale a 1,793 candidatos por poder. Con una cifra tan alta de abogados en México, especialmente entre las nuevas generaciones, uno pensaría que habría filas interminables de interesados, más aún considerando los requisitos tan laxos: un promedio mínimo de ocho, cinco cartas de recomendación vecinales y listo.
Pero no es así.
El desinterés es abrumador, y en parte es comprensible. La reforma no solo carece de incentivos reales para los abogados, sino que también expone la precariedad de estas posiciones. ¿Quién querría ser juez cuando las condiciones laborales son tan frágiles? Basta con ver cómo despiden o presionan para renunciar a quienes incomodan al régimen. A este ritmo, trabajar en Coppel o Elektra ofrece más estabilidad que ser juez o magistrado en México.
Además, ser juez no es atractivo para muchos abogados porque el trabajo técnico y pesado lo realizan los secretarios. “Qué hueva ser juez”, me han dicho varios abogados, porque, al final, el rol se reduce a firmar documentos y actuar como figura administrativa. Por si fuera poco, en su prisa por llevar a cabo la reforma, Morena dejó fuera un detalle alarmante: hoy en día se requieren más requisitos para ser secretario de juzgado que para ser juez, una muestra de la improvisación con la que se implementó esta reforma.
Hasta ahora, el panorama es desalentador. Según cifras oficiales, el Poder Legislativo apenas ha registrado 2,743 aspirantes para un cupo de 1,793, lo que deja un margen de apenas 15 opciones por cargo.
El desinterés no solo afecta a los abogados, sino también a la ciudadanía, que no comprende ni se siente motivada a participar en un proceso que le resulta ajeno. Imagínese lo que ocurrirá en junio: urnas vacías para votar por personas desconocidas y en cargos que no generan interés ni impacto directo en la vida cotidiana de la gente.
Peor aún, la reforma no prevé qué hacer si no hay candidatos para ciertos cargos. Esto podría dejar juzgados completamente acéfalos, sin autoridades que los ocupen. No hay mecanismos de sustitución, ni un plan de contingencia. Simplemente, esos juzgados quedarían fuera de operación, lo que podría generar un caos administrativo y jurídico.
En cuanto al Poder Ejecutivo, que también tiene la tarea de promover y proponer aspirantes, el silencio es preocupante. Su último reporte indicaba solo 133 interesados, un número que evidencia la magnitud del problema.
Así que aquí estamos: con una reforma que, lejos de fortalecer al Poder Judicial, parece destinada al fracaso. Morena no previó que ni los abogados ni los ciudadanos se interesarían por este experimento.
Y si no son los candidatos quienes la entierren, será el desinterés del pueblo el que termine por hacerlo.
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