Ayer, en la mañanera del pueblo (ese programa que es más bien reality show que informativo), el secretario de Seguridad, Omar García Harfu...
Ayer, en la mañanera del pueblo (ese programa que es más bien reality show que informativo), el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, nos regaló un recuento de la "guerra contra las drogas" que suena más a guion dictado desde Washington que a una estrategia seria. Según el buen Omar, en cuatro meses de gobierno de Claudia Sheinbaum (del octubre de 2024 al febrero de 2025), se han detenido a 11,600 "generadores de violencia" (o sea: pobres diablos que no saben ni sumar), se desmantelaron 192 laboratorios de metanfetaminas (que parecen más cocinas de abuelita que fábricas de droga), y se aseguraron 5,692 armas y 102 toneladas de droga, incluyendo un millón 266,750 pastillas de fentanilo (que seguro se producen en la tierra de Nunca Jamás, porque la narrativa de la 4T es que aquí no se fabrican).
Cualquiera de los los miles de chairos que me sigen para copiar y pegar en los comentarios los textos del Mar Muerto podrían argumentar que su gobierno está dando los resultados que los mexicanos siempre hemos esperado... pero no... De hecho el informe ni siquiera estaba dirigido a los mexicanos, sino a Donald Trump, ese señor que parece haber definido muchos de los episodios de Los Simpson y que no para de ladrar sobre la perversidad del fentanilo como si fuera el nuevo redentor de Marvel. Según Harfuch, con la "Operación Frontera Norte" (un nombre que suena más a película de los Aldama que a operativo real), se desplegaron 10,000 efectivos de la Secretaría de la Defensa (o sea, el ejército jugando a los policías), se detuvieron a 222 personas, se aseguraron 106 armas, 167 vehículos, 20 inmuebles y 1,242 kilos de droga, incluyendo 8.6 kilos de fentanilo.
Y es aquí donde este maldito reportero de pacotilla se pone mamón, porque con este tipo de información el gobierno mexicano, en su infinita sabiduría, ha decidido cambiar la narrativa. Antes hablaban de "laboratorios para la producción de drogas sintéticas", pero ahora dicen "laboratorios para la fabricación de metanfetaminas". ¿Por qué? Porque a pesar de los decomisos que ellos mismos anuncian quieren hacernos creer que en México no se produce fentanilo.
Claro, porque saben que los solovinos creerán a pies juntillas que esas 1.2 millones de pastillas de fentanilo que decomisaron las trajo el ratón Pérez desde China.
Y luego está el tema de la marihuana. YSQ dijo que la guerra contra las drogas había terminado, y la encargada del despacho de la Presidencia repitió esa consigna desde el inicio de su administración, pero parece que se le olvidó avisarle a sus policías. Hace unos días, en un operativo llamado Atarraya (sí, como la red de pescar, porque aquí todo es un chiste), allanaron más de 300 barberías en el Estado de México. ¿El delito? Según los policías, encontraron bolsitas de marihuana. Lo curioso es que, según testigos, las bolsitas las plantaron los mismos policías. O sea, la guerra contra las drogas ya se extendió no contra los narcos, sino contra el mismísimo pueblo bueno y sabio.
Cualquier fifí, derechango o facho que se respete podría argumentar que los políticos mexicanos siempre han sido así de idiotas, pero si ejercitamos el extraño y perdido arte de revisar la historia nos podemos encontrar con que no siempre hemos sigo gobernados por una parvada de imbéciles. Lázaro Cárdenas, ese prócer del priismo más rancio, ya decía en 1940 (hace 85 años, para que no batallen los cuatroteros) que perseguir a los viciosos de oficio era una estupidez gubernamental. Pero aquí seguimos, casi nueve décadas después, con la misma cantaleta: criminalizar el consumo en lugar de tratarlo como un problema de salud pública.
Porque es más fácil llenar las cárceles de pobres diablos que invertir en educación y prevención.
En fin, la guerra contra las drogas de Calderón, que sigue mejorada por Claudia Sheinbaum, es como un mal chiste que no tiene gracia: siempre los mismos actores, siempre el mismo guion y siempre el mismo final trágico. Nos toca ver cómo el gobierno mexicano sigue la bonita tradición mexa de mantenerse bailando al ritmo que le dictan nuestros hermanos gringos, con el toque humorístico de Trump, mientras siguen insistiendo que no son cómplices de los narcos cuando YSQ lo dejó clarísimo desde el arranque de estra tragedia llamada Cuarta Transformación.
Y creo que la peor parte de esta desgracia es que hay millones de personas que aún no entienden que tanta mentira y tanta farsa sólo tiene una traducción: el gobierno y los narcos son primos hermanos.
Pero es el país en el que nos tocó vivir, así que amiguitos cuatroteros, crédulos, candorosos, inocentes, ingenuos, cándidos, incautos y bonachones, mientras sigan creyendo que desmantelar laboratorios y plantar marihuana en barberías va a solucionar algo, seguiremos en este circo macabro donde los únicos que pierden son los ciudadanos, mientras que los únicos que ganan son los políticos, los narcos y los fabricantes de bolsitas de plástico.
¡Viva México, calderonistas!
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