El partido Morena de 2017 gritaba "¡Fuera militares de las calles!". El partido Morena de 2025 ahora está más emocionado que na...
El partido Morena de 2017 gritaba "¡Fuera militares de las calles!". El partido Morena de 2025 ahora está más emocionado que narco en subasta de armas con el fortalecimiento de la militarización en las calles. Vueltas que da la vida diría cualquier chairo hipócrita, pero más bien son las veredas que los farsantes doble cara no tienen más remedio que caminar para seguir en la nómina, así sea a costa de su propia dignidad.
Esta misma semana le hablé del anuncio de Ricardo Monreal de apoyar ciegamente y sin revisión la resurección de la Ley de Seguridad Interior. Esa misma ley que fue aprobada en 2017 y luego echada abajo por la Suprema Corte en 2018, porque, claro, ¿para qué tener un sistema de pesos y contrapesos si podemos vivir en un estado de excepción permanente? El general Javier Sandoval Dueñas, con esa cara de "yo solo cumplo órdenes" aseguró que revivirán esa ley para casos donde los criminales pongan en riesgo la operación de las instituciones gubernamentales, la producción y distribución de alimentos básicos o mercancías, etc. Vamos, que si un narco se pone nervioso y decide bloquear la carretera para que no pasen los aguacates, el Ejército saldrá a repartir plomo como si fueran volantes de descuento de Soriana.
Cualquiera podría interpretar, con cierto alivio, que por fin la Defensa liberará del yugo de la extorsión a los limoneros y aguacateros de Michoacán, a los productores de Guerrero, Morelos o Estado de México, o a los pobres transportistas que tienen que pagar peaje a los carteles en Puebla o Querétaro. Pero, ¡oh sorpresa!, ese alivio tiene un costo: no se construirán instituciones civiles para la seguridad, sino que se ampliará el alcance de la militarización. Porque, ¿para qué invertir en policías bien entrenados y equipados si podemos mandar a los soldados a hacer el trabajo sucio? Total, ellos ya están acostumbrados a limpiar los desastres que los políticos dejan atrás.
Lo peor de este asunto es que ya hubo quienes nos advirtieron sobre los riesgos de que sea el Ejército el que haga estos trabajitos, y esos fueron ¡LOS PROPIOS MORENISTAS...! Bueno, los del año 2017... Porque cuando esa ley fue aprobada en esas fechas, la bancada morenista en San Lázaro se disfrazó de defensora de los derechos humanos y la democracia. Ernestina Godoy, la actual consejera jurídica de la Presidencia de la República en 2025, fue una de las más reconocidas heroínas de la justicia al ser la que más fuerte gritó en contra de la militarización. La cito textual: "Esta ley no conceptualiza la intervención de las Fuerzas Armadas como una medida excepcional de carácter emergente y temporal" -dijo en aquel entonces-. "Por el contrario, se está legislando para permitir su permanencia. Esta ley perpetuaría el estado de excepción en el que nos encontramos desde hace más de diez años".
Pero ese era el 2017... Hoy esa misma Godoy, que apenas hace unos años se presentaba como defensora de los derechos de los pobrecitos chairos oprimidos, podría ser la encargada de firmar la iniciativa que tanto criticó.
¿Ironía?
No, esto es México, donde ser fariseo barato o impostor de cuarta es el pan de cada día.
Y no podemos olvidar a Rocío Nahle, hoy gobernadora de Veracruz, quien en 2017 dijo en la tribuna: "No hemos hecho un trabajo adecuado como gobierno para que los estados, los municipios, tengan una seguridad pública, y de manera perezosa y fácil decimos aquí está una ley, una ley que incluso va a vulnerar los derechos humanos". Nahle, con esa retórica que solo un político puede tener, añadió: "Morena va a votar en contra. Lo que aquí se pretende es un albazo al pueblo de México".
Qué bonitos tiempos aquellos, cuando Morena se aferraba a sus asesores para que les mandara por Whatsapp frases chingonas de organizaciones internacionales y copiaban y pegaban en sus discursos citas de posicionamientos de la ONU para denunciar que se buscaba un "estado de excepción permanente". Pero ahora, que son mayoría y gobierno, parece que les encanta la idea de tener al Ejército en las calles poniéndole su chinga al pueblo bueno y sabio mientras deja pasar a los narcos.
¿Qué pasó, Morena?
¿Se les acabó el discurso?
¿O simplemente les gusta más el sabor del poder que el de la coherencia?
Casi me atrevería a apostarle usted pesos contra tostones de que van a tener la desfachatez y el atrevimiento de pedirle a Godoy que firme la iniciativa que hace no tanto, ocho añitos, criticaba con tanto fervor.
Vueltas que da la vida.
O más bien, vueltas que da la moral cuando el poder te hace olvidar de qué lado fingiste que estabas.
Así que, mientras Morena se abraza a la militarización como si fuera su nuevo juguete favorito, el resto de nosotros nos quedamos viendo el espectáculo, preguntándonos si algún día tendremos un gobierno que prefiera construir instituciones que ni siquiera es capaz de repartir chalecos antibalas. Pero, ¿para qué soñar? Esto es México, donde la única constante es la incoherencia, la incongruencia, la contradicción, el absurdo, el desatino, el despropósito y la necedad.
Por eso el humor negro, por eso la burla, por eso las ocurrencias... porque si no nos reímos, lloramos.