Con toda la negra intención, López Obrador agarró como paleta a Claudia Sheinbaum en la puerta de Palacio Nacional para que todos vieran una...
Con toda la negra intención, López Obrador agarró como paleta a Claudia Sheinbaum en la puerta de Palacio Nacional para que todos vieran una representación gráfica de algo así como "es mía... ñam, ñam, ñam... miren, miren, es sólo mía..."
Qué perro asco...
Y qué complicado para Claudia Sheinbaum.
Pero también debemos dejar clara su equivocación a quienes pensaban que Claudia se le iba a poner al brinco al presidente ya siendo electa. Hagamos memoria: en 2017, cuando se presentó el Proyecto de Nación por parte de Morena, éste incluía modificar la forma en la que se elegían a magistrados y a jueces, orientada hacia su elección por parte de 'el pueblo', y una de las coordinadoras del documento era precisamente Claudia Sheinbaum, así que pecaríamos de ingenuos si siguiésemos pensando en otro resultado.
Por lo pronto la tormenta en los mercados sigue. El dólar se encuentra en 18.50
Y mientras el ruido nos sigue distrayendo, vale la pena hacer otro ejercicio de memoria.
Cada vez que un presidente saliente toma una decisión trascendental, no sólo deja una bomba de tiempo al entrante, sino que le va muy, pero muy mal a México.
Cuando José López Portillo anunció la nacionalización de la banca en su sexto informe de gobierno, la historia no sólo nos dejó la imagen de un Miguel de la Madrid aplaudiendo con desgano la medida, sino también un retraso descomunal en el desarrollo del país gracias a una banca que se tiró a la hamaca.
Cuando Carlos Salinas de Gortari se negó rotundamente a ceder a la petición de Ernesto Zedillo de permitir la libre flotación del peso, dando pie al llamado 'error de diciembre' que derrumbó los mercados y disparó en un santiamén en más de 71% el precio del dólar.
De ese tamaño es la decisión de López de dejar un México completamente distinto con las modificaciones constitucionales para cambiar la forma en la que se eligen los ministros y los jueces: una decisión trascendental.
Y todo esto a pesar de que habíamos visto una Claudia Sheinbaum moderada en un principio, pues justo cuando parecía que estaba en su ánimo negociar y tranquilizar a los involucrados sale de Palacio para no sólo permitir el chupeteo público, sino para presumir que está completamente doblada ante el Presidente y sus reformas.
No se pueden evitar los nervios.
Pero pensar que México se va a derrumbar tras esto ya es una exageración. Nada justifica ceder ante la visión catastrofista de algunos, porque nuestro país ha demostrado un aguante increíble ante la estupidez de los políticos en turno.
Además, aún queda un poder que no puede ser contrarrestado por la 4T en ningún terreno y ni siquiera con el poder de los votos: los mercados financieros. Ya han mostrado que los planes de López y de Sheinbaum no son bien recibidos, pues eliminan de un plumazo la certeza jurídica que tanto trabajo costó construir.
Y ese poder seguirá allí cuando Claudia Sheinbaum termine su mandato.
Por lo pronto, si usted cree que ayer se terminaron las negociaciones entre el saliente y la entrante, está usted muy equivocado.
Lo que vimos ayer es apenas el inicio de un jaloneo brutal y despiadado entre ambos equipos. Nos dieron una probadita de lo que va a ser un tironeo puede dejar muchos costos políticos, sociales y económicos, que tradicionalmente rompen muchos platos que terminamos pagando, como siempre, los propios ciudadanos.